Saberse ajeno no es vida la felicidad recuerdo aquel día que te conocí te miré abrazándola seduciéndola y poseyéndola teniéndola atrapada en su memoria la recuerda dulce y misteriosa como la miel y el veneno las flores penetraron en mi mirada ciega, la mira desperezarse desnuda a la vista y la mujer no pudo evitar sonrojarse tímida y aburrida durante la costumbre de correr y volar me liberará de mis rencores tenue abismo discrepante y jamás regurgitante recuerdo del abismo y caídas las hojas vuelan de aquí para allá cuando se callan los pájaros.
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