jueves

Surrealismo encontradizo.

Siempre se lo imaginó así, el susto, pero insignificante como la mar en coche descubría los destinos que los intestinos le inculcaban, y sufridos los caprichos se acumulaban cantando camisones pero esos camisones antiguos, que usan nuestras abuelas y que nunca nadie va a seguir usando todo esto tiene dos razones, la primera es inutilidad y la segunda razón podría ser una cultura subalterna o un comienzo apostólico a la segregación de lúgubres gaviotas espeluznantes valga la redundancia. Entonces decidió salir a remontar tres barriletes por cada cuadra recorrida y conseguir zapatos para seguir caminando, por la vereda o la calle. Siempre presente el vértigo del peligro de un automóvil o una fotografía que lo aceche. Palpitaba el corazón de todos modos y persistía al caminar.

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